martes, 12 de mayo de 2015


De repente todo se vuelve tan simple que asusta.
Perdemos las necesidades, se reduce el equipaje.
Las opiniones de los demás, son realmente de los demás.
Incluso si son sobre nosotros, no importa.
Abandonamos las certezas porque ya no estamos seguros de nada.
Y no nos hace falta.
Vivimos de acuerdo a lo que sentimos.
Dejamos de juzgar, porque ya no hay bien o mal
si no más bien la vida que eligió cada uno.
Finalmente entendemos que todo lo que importa
es tener paz y tranquilidad, es vivir sin miedo,
es hacer lo que alegra el corazón en ese momento.
Y nada más.
Cuando descubrimos todo esto 
es cuando llega la satifacción plena.
La verdadera felicidad.

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